Los prejuicios y tabúes sobre la Institucionalidad en el SNTE

Hermosillo Sonora a 04 de noviembre del 2013.

Por: Prof. Gerardo Castro Ruiz.

Secretario de Proyecciones Salariales.

Del Comité Ejecutivo de la Secc. 28 del SNTE.

No es fácil cambiar la cultura fundamentada estratégicamente en prejuicios y tabúes, la cual fue construyéndose en el SNTE desde 1943, pero tampoco es imposible.

La construcción de una Nueva Cultura Sindical, que es uno de los ejes de la Revolución Institucional del SNTE, va quedando claro en la medida que este Proyecto se sigue presentando en las diversas regiones del estado de Sonora.

Cajeme fue la cuna de esta Revolución -que nació muy bien- con el apoyo de un nutrido equipo de Trabajadores de la Educación de la Región del Yaqui y continúa extendiéndose en la Región del Mayo para seguir con el resto del estado.

Uno de los prejuicios que son parte de la cultura sindical actual y que mucho ha contribuido al debilitamiento del SNTE, es que todo aquel que se mueva sin la venia de los dirigentes es considerado disidente y en un acto de revanchismo político se le elimina del listado “Institucional”, por lo que expresar cualquier idea distinta a la del dirigente, por muy legítima que esta sea, es un pecado, es un tabú.

La regla “Institucional” es callar y obedecer, pero si acaso hablas… debe ser para el culto a la personalidad, para la alabanza al jefe, para felicitar y ratificar lo dicho por el jefe o apoyar las decisiones cupulares aunque estas vayan en contra de los derechos de los trabajadores. Todo a favor de los dirigentes (Ojo, siempre me refiero a la dirigencia Seccional y/o Nacional, no delegacional)

Ese es el concepto de “Institucionalidad” impuesto y practicado por los dirigentes, y aceptado durante décadas por la mayoría de los representados. Si no piensas como yo, si discutes mis decisiones, si manifiestas cualquier inconformidad, si no estás conmigo, entonces no eres “Institucional”, eres disidente, eres de la Coordinadora o de cualquier otra de las expresiones de oposición existentes.

Eso ha sido el coco, el señor del morral, el roba chicos, la llorona, el nahual,  con el que se ha asustado –amenazado- al grueso del magisterio.

Diisentir –no estar de acuerdo con algo- es práctica de la vida diaria. Disentir de la pareja, disentir entre padres e hijos, con compañeros, con los amigos o con quien sea, es lo más normal. Somos disidentes a diario y varias veces al día, pero eso no quiere decir que cada vez cometemos un pecado, al contrario, nuestras divergencias nos ayudan a ser cada vez mejores.

Por ello, cuando pertenecemos a un gremio con un amplio arco iris ideológico, lo más normal es que existan diferencias de ideas y propuestas, lo cual debe ser capitalizado para nutrirnos y tomar las mejores decisiones que finalmente nos servirán de fortalecimiento, pero nunca, disentir debe ser considerado como un tabú.

Por otro lado, los compañeros que militan en la mayoría de las expresiones de oposición le dan otro significado al término “Institucional”, fundamentado en la clase trabajadora que ha permanecido en el poder. De ahí que todo aquél que se autoproclame “Institucional” o no participe en las manifestaciones lo llamen charro, corrupto, vendido, traidor, agachado, etc…

La radicalización del uso de este término en este caso no sería muy diferente, porque mientras que los dirigentes dicen -Si no estás conmigo, si manifiestas tu inconformidad, entonces eres disidente- los de la oposición dicen “Si no te manifiestas, si no estás conmigo, entonces eres Charro”.

Aclaro, aunque en ambos bandos hay integrantes moderados, hablo del uso radical del término que ha sido determinante en la posición actual del grueso del colectivo magisterial. Dicha radicalización ha generado decepción y pérdida de credibilidad en los dirigentes –que están cada vez más solos- pero también ha generado temor e incomodidad para manifestarse al lado de la oposición, lo que los mantiene en una posición prácticamente imparcial.

A ese grupo que no tiene fronteras ideológicas va dirigido el “Proyecto de la Revolución del SNTE”, el cual representa un espacio alternativo de participación. Aclarando que no es un Proyecto antidemocrático ni excluyente, sino respetuoso de la batalla que libran ya las distintas expresiones sindicales, las cuales deben continuar su lucha de manera autónoma y paralela.

Con esto debe quedar claro también que “La Revolución Institucional del SNTE” no es el surgimiento de una nueva expresión sindical ni pretende dividir al magisterio –quien lo diga estará mintiendo- sino un Proyecto que impulsa la Transformación de nuestro Gremio a partir de un análisis del SNTE que tenemos, una nueva visión del SNTE que queremos y qué hay qué hacer para lograr ese SNTE. Detectamos las razones por las cuáles nuestro gremio se encuentra en esta aguda crisis y damos respuesta para transformarnos en un SNTE mejor, al servicio de los Trabajadores.

Desde la radicalización de los términos “Revolución-Institucional” pudiesen verse contradictorios. Si a “Revolución” le damos el significado de insurrección o guerra y a “Institucional” le llamamos charro o sumiso encontraríamos contradicción, sin embargo, sus conceptos reales son compatibles, ya que  Revolución se refiere a un cambio e Institucional es relativo a la Institución a la que pertenecemos (SNTE).

Entre muchos otros cambios, este  Proyecto reivindica el término que durante muchos años ha sido mal interpretado –con sinónimos falsos- y mal utilizado (como expresión en el poder).

El SNTE es la institución a la que pertenecemos los Trabajadores de la Educación. Más allá de las fronteras ideológicas, todos tenemos la obligación de defender su autonomía, y su carácter Nacional,  así como compartir el objetivo de su conservación y su fortalecimiento.

El que pretende dividir, debilitar y destruir al SNTE perteneciendo a él, no se puede llamar Institucional. Pero tampoco se puede llamar Institucional el que viendo fallas, debilidades, vacíos, vicios o excesos, calla y no hace nada por corregirnos y fortalecernos. Ver impasiblemente cómo se debilita o se desmorona lo que es nuestro, lo que tanto nos ha costado construir, es… ¡Imperdonable!

Desde este concepto habrá que valorar nuestro proceder como trabajadores, pero también los dirigentes deben hacer lo propio. ¿Qué estamos haciendo cada quién desde nuestra responsabilidad para conservarnos y ser cada vez mejores? O lo que es peor ¿No será que nuestras acciones y/o las de los dirigentes van en sentido contrario de la Institucionalidad y se está contribuyendo al derrumbe del SNTE?

En este sentido y de acuerdo a la percepción actual  ¿Los dirigentes están fortaleciendo nuestra Institución o son culpables de la debacle del SNTE? ¿Qué tan institucionales son los dirigentes? ¿Qué papel han jugado los Trabajadores en el desplome del gremio magisterial? ¿Acaso reclamar los derechos significa dividir y debilitar al gremio?

Institucionalidad no es sumisión, al contrario, es acción para transformarnos y fortalecernos.

Desde mi muy particular postura Institucional. Un fuerte abrazo a todos.

Punto Aparte.

El Proyecto de la Transformación del SNTE será presentado en reuniones previas en los municipios de Etchojoa, Huatabampo y Navojoa, entre los días 5 y 7 de noviembre…

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